domingo, 9 de enero de 2011

UN TANGO SOBRE EL ABANDONO COMO LIBERACIÓN: ¡Victoria!

Las dos primeras letras de tango que comenté en el blog (Amarras y Ninguna) reflejan el dolor por la pérdida de la persona amada. En el recital al que se refiere la entrada anterior a ésta, Carlos Montero interpretó un tango de Enrique Santos Discépolo en el que la pérdida de la persona (ya no tan) amada se vive como una liberación: se llama ¡Victoria! y ésta es su letra


¡VICTORIA!

(1929)
Letra y música: Enrique Santos Discépolo

¡Victoria!
¡Saraca, Victoria!
Pianté (1) de la noria:
¡Se fue mi mujer!
Si me parece mentira
después de seis años
volver a vivir,
volver a ver mis amigos,
vivir con mama otra vez.
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
¡Se fue mi mujer!

Me saltaron los tapones,
cuando tuve esta mañana
la alegría de no verla más.
Y es que al ver que no la tengo,
corro, salto, voy y vengo,
desatentao. (2)
¡Gracias a Dios
que me salvé de andar
toda la vida atao
llevando el bacalao
de la Emulsión de Scott!
Si no nace el marinero
que me tira la piolita (3)
para hacerme resollar, (4)
yo ya estaba condenao
a morir sacrificao,
como el último infeliz.

¡Victoria!
¡Saraca, victoria!
Pianté de la noria:
¡Se fue mi mujer!
Me da tristeza el panete, (5)
chicato (6) inocente
que se la llevó...
Cuando desate el paquete
y manye (7) qué se ensartó…
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
¡Se fue mi mujer!

(1) Piantar: Irse, por lo común precipitadamente (Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, DLE)
(2) Desatentado: Que habla u obra fuera de razón y sin tino ni concierto (DLE)
(3) Piola: Cuerda delgada (DLE)
(4) Resollar: Salir o aliviarse del trabajo o de la opresión (DLE)
(5) Panete: Tonto, bobo, necio, ridículo (Diccionario de lunfardo, de Adolfo Enrique Rodríguez, DL)
(6) Chicato: Corto de vista, miope (DL)
(7) Manyar: Darse cuenta (DL)

Puede escucharse dicho tango, interpretado por Carlos Gardel, en el siguiente enlace:
COMENTARIO

Enrique Santos Discepolo es otro de los grandes poetas del tango, pero en un estilo muy diferente al de Homero Manzi: si lo más característico de éste es la brillantez y belleza de las metáforas, aquél se caracteriza por la sencillez de un lenguaje directo, sin adornos formales, pero de gran fuerza expresiva. Por eso este tango no necesita mucho comentario: basta con aclarar el sentido de algunas palabras y frases que pueden resultar confusas para el lector actual.

Dichas palabras están señaladas mediante llamadas y su significado está recogido al final del texto; he usado como fuente los dos diccionarios de mayor autoridad. No he encontrado el significado de saraca, pero parece una simple interjección que refuerza la sensación de júbilo que expresa el título del tango.
Por lo que respecta a las frases, los tapones que saltaron al comienzo de la estrofa central son un símbolo muy directo de la alegría, pues los acontecimientos felices se suelen celebrar dejando que salte, con estrépito, el corcho de una botella de champán o bebida similar. (8)
El sentido del resto de la estrofa lo conozco gracias a Carlos Montero, que en el recital antes mencionado explicó (9) que la Emulsión de Scott era una preparación de aceite de hígado de bacalao (sustancia muy apreciada entonces como suplemento vitamínico), en cuya etiqueta aparecía un marinero arrastrando, por medio de una cuerda, un bacalao enorme. El protagonista del tango se ve a sí mismo como un hombre condenado a arrastrar consigo siempre una pesada carga, hasta que aparece quien le quita la cuerda, liberándole y dejándole resollar. Es la misma idea que se repite en las estrofas primera y tercera con la expresión piantar de la noria: liberarse del penoso trabajo de empujar un mecanismo para sacar agua de un pozo, dando vueltas y más vueltas, como hacían los esclavos y las caballerías antes de las bombas hidráulicas a motor.
La última estrofa está dedicada a ese personaje que le toma el relevo de arrastrar la carga, devolviéndole la libertad. Dice sentir pena por él y, sin pizca de agradecimiento ni compasión, lo considera un tonto cegato, augurándole un buen chasco cuando se dé cuenta de cómo es realmente la mujer que se ha llevado.

En las primeras décadas del siglo XX se escribieron muchos tangos sobre hombres que se quejan de que las mujeres los han abandonado; tantos fueron que se llegó a decir que el tango era un lamento de cornudos. Santos Discepolo rompe esa línea con ¡Victoria!, dándole la vuelta al tema del abandono con un humor un tanto negro.
Algunos ven en este tango una buena muestra de la misoginia que suele atribuirse a su autor, pero lo cierto es que en la primera estrofa queda abierta la puerta a una interpretación en clave de crítica respecto a cierta actitud masculina: obsérvese que para el protagonista del tango volver a vivir significa instalarse de nuevo en casa de la madre y salir con la pandilla de amigos. En esa primera estrofa Santos Discepolo nos dibuja un hombre incapaz de construir una relación adulta con una mujer, un hombre que además espera a que sea ella la que resuelva la situación marchándose y que finalmente decide refugiarse en la adolescencia. ¿No es éste el verdadero panete por el que sentir tristeza? No sé si era ésta la intención del autor, pero me resulta verosímil, teniendo en cuenta su sentido del humor y su espíritu crítico.

(8) Ernesto Gabriel, en su comentario a esta entrada, hace una interpretación diferente de la expresión me saltaron los tapones; creo que la suya es más ajustada a la realidad que la mía, así que léanla.
(9) En realidad yo transcribo lo que recuerdo ahora de lo que escuché en ese momento del recital. Si la cosa no está bien contada no se culpe a Carlos Montero.