viernes, 10 de diciembre de 2010

UN RECITAL DE CARLOS MONTERO

El viernes 5 de noviembre Carlos Montero dio un recital de tango en La campana de los perdidos, un local zaragozano de nombre sugerente y aire bohemio. En el sótano, con aspecto de cueva antigua, pero cálidamente iluminada y limpia, el mejor rincón lo ocupa una tarima ligeramente elevada, a modo de escenario, en la que caben poco más que una silla y un micrófono. Los asistentes nos apretamos en el reducido espacio del local, lo que le daba al acto un aire casi de reunión de familia. Como llegamos de los primeros pudimos elegir sitio y nos instalamos en una mesa junto al escenario, a metro y medio del cantante.
Carlos Montero nos hizo disfrutar intensamente. Sin ningún tipo de escenografía ni vestuario especial, solo, sentado y acompañándose a sí mismo a la guitarra personificaba la esencia de la canción. Su tango no es para bailar, evidentemente, sino para saborear las letras, que interpreta con un gusto y una expresividad exquisitos. Tiene una voz cálida y canta como si estuviera hablando, sin levantar la voz, sin alardes, preocupado sólo por expresar convincentemente, con sobriedad, sin sobreactuaciones, lo que dice el tango. La guitarra le hace una magnífica segunda voz, acentuando unas frases con sus acordes y subrayando otras con sus silencios. Una forma de cantar intimista, que conecta muy fácilmente con el público.
Da la sensación de que elige los tangos por sus letras; se trata siempre de auténticos poemas, en los que destaca más el mensaje que la perfección formal o la brillantez de las metáforas. Enrique Santos Discépolo, entre los clásicos, y Eladia Blázquez, entre los modernos, fueron los autores más evocados por el cantante, que iba diciendo con el tono justo las frases (irónicas, terribles o tiernas) que los poetas pusieron sobre el papel para que otros las interpretaran; no creo que tuvieran ninguna queja de la manera en que lo hizo Carlos Montero, sino todo lo contrario.
La comunidad milonguera de Zaragoza estuvo muy pobremente representada en el recital; apenas cinco personas. Por una parte me extrañó, pero por otra no: a los milongueros les cuesta mucho estar quietos cuando suena un tango; su impulso, casi irresistible, es bailarlo, o sea, interpretarlo con los pies. Pero para bailar lo que va bien es un conjunto instrumental (desde el sexteto hasta la llamada orquesta típica) que marque bien el ritmo de la música; si el conjunto incorpora un cantante, éste debe comportarse como un instrumento más, supeditando la interpretación de la letra al ritmo orquestal. El tango canción es otra cosa, como puso de relieve en su tiempo el propio Carlos Gardel, cuya música nunca se programa en las milongas.
Ojalá haya más recitales como el de Carlos Montero, porque los cantantes como él son los que mejor permiten saborear las letras y reflexionar sobre los mensajes que nos dejaron los grandes poetas del tango.

domingo, 31 de octubre de 2010

CARTA A UN HADA MILONGUERA

Querida amiga:
Tu visita fue fugaz y brillante, como el vuelo de un hada con alas de cristal. A tu paso fuiste dejando una estela de buena música, como el polvo de estrellas que se esparce cuando las hadas agitan su varita.
Pero, a pesar de la fugacidad, tuviste tiempo para bailar conmigo una tanda mágica. Te lo agradezco con esta carta fugaz.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

CARTA A UNA MILONGUERA CON LA QUE SENTÍ VÉRTIGO

Querida amiga:
Esta carta es el relato de un raro momento que viví contigo en una milonga.
Sonó el primer tango de la tanda y reconocí enseguida el sonido de Alfredo de Ángelis. Te invité a bailar. La orquesta interpretaba la música con esa brillantez sonora, casi barroca, que la caracteriza; yo iba proponiendo los movimientos que la música me sugería y tú me ibas dando la respuesta que yo deseaba; hemos bailado muchas veces juntos y suele ser así: es como si te propusiera lo que tú esperas. A las caminadas le sucedían los giros, más complejos según avanzaba el tango, sobre todo al final, cuando las variaciones se intensifican.
Avanzaba la tanda y me sentía cada vez más entregado a la música, dejándome llevar por ella con más soltura y más inspiración; tú, estrechamente abrazada a mí, me seguías sin vacilaciones ni tropiezos. En las variaciones finales del tercer tango sentí que éramos una sola pieza, como un bloque compacto, que se desplazaba girando por la pista… Y me dio vértigo; tuve la impresión de que, si seguíamos bailando así, sólo había dos finales posibles: volar o caernos.
El sentido común me hizo afrontar el cuarto tango con más control y lo bailamos de forma pausada y serena. No nos caímos, pero al acabar la tanda pensé que quizá, por mi prudencia, habíamos perdido la ocasión de volar.

miércoles, 11 de agosto de 2010

UN TANGO DE DENUNCIA SOCIAL: Malena

El pasado 18 de julio se celebró otra sesión de la tertulia literaria sobre las letras de los tangos en la Asociación de Amigos del Tango El Garage. El elegido fue Malena, cuya letra se reproduce a continuación.

MALENA
(1941)
Letra: Homero Manzi
Música: Lucio Demare

Malena canta el tango como ninguna
y en cada verso pone su corazón.
A yuyo (1) del suburbio su voz perfuma,
Malena tiene pena de bandoneón.
Tal vez allá en la infancia su voz de alondra
tomó ese tono oscuro de callejón,
o acaso aquel romance que sólo nombra
cuando se pone triste con el alcohol.
Malena canta el tango con voz de sombra,
Malena tiene pena de bandoneón.

Tu canción tiene el frío del último encuentro.
Tu canción se hace amarga en la sal del recuerdo.
Yo no sé si tu voz es la flor de una pena,
sólo sé que al rumor de tus tangos, Malena,
te siento más buena, más buena que yo.

Tus ojos son oscuros como el olvido,
tus labios apretados como el rencor,
tus manos dos palomas que sienten frío,
tus venas tienen sangre de bandoneón.
Tus tangos son criaturas abandonadas
que cruzan sobre el barro del callejón,
cuando todas las puertas están cerradas
y ladran los fantasmas de la canción.
Malena canta el tango con voz quebrada,
Malena tiene pena de bandoneón.

(1) Un yuyo es una hierba corriente, lo que suele considerarse mala hierba en los jardines o campos de cultivo.

Puede escucharse una versión de dicho tango en el siguiente enlace
http://www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=29


COMENTARIO

En los dos tangos cuya letra he comentado en anteriores entradas del blog (Amarras y Ninguna), la presentación del tango en la tertulia literaria la hice yo y lo que aparece publicado en el blog es una síntesis de la misma. La presentación de Malena corrió a cargo de otra persona, un socio bien documentado, que hizo su análisis e interpretación de la letra con mucha sensibilidad. Mi comentario personal en el blog va a ser más breve y concreto que en los dos casos anteriores porque, como no debo ni quiero reproducir ideas ajenas, no me queda mucho que añadir a lo que allí dijeron otros.

Quizá Malena existió de verdad y Homero Manzi le dedicó este poema, sin revelarnos su verdadera identidad. A mí me parece que, más allá de esa posibilidad, Manzi ha querido perfilar un arquetipo: Malena es una cantante cuya voz no es bonita ni está bien educada (“voz de sombra”), pero que canta con todo el sentimiento (“en cada verso pone su corazón”). Esa cualidad le viene quizá de su infancia, en la pobreza del suburbio, o quizá de una difícil vida sentimental. Creo que cualquier aficionado a la música podría hacer una lista de cantantes reales, mujeres y hombres, que responden en mayor o menor grado a este arquetipo.
El carácter arquetípico de Malena queda absolutamente claro, a mi juicio, en la identificación del personaje con su trabajo: “Malena tiene pena de bandoneón”, “tus venas tienen sangre de bandoneón”. En ambas frases se identifica a Malena con el instrumento más específico de las orquestas de tango y, en última instancia, con el propio tango al que se dedica como cantante.

Casi al final de la última estrofa el autor describe con pinceladas poéticas una escena de pobreza suburbana, que me permito reinterpretar en prosa:
Es de noche en un suburbio pobre; sus habitantes han cerrado las puertas de sus casas y duermen o se disponen a dormir; ladran los perros. Unos niños abandonados, sin familia ni casa, cruzan un callejón embarrado de ese suburbio, buscando un lugar donde pasar la noche y quizá algo que comer.
Homero Manzi nos dice que los tangos de Malena son como esos niños, hijos del suburbio y de la pobreza. Quizá porque ella misma fue uno de ellos, cuando “su voz de alondra tomó ese tono oscuro de callejón”. El personaje se identifica de nuevo con su obra.

No son pocos los tangos cuyas letras revelan o denuncian situaciones de injusticia social. Malena es uno de ellos, aunque quizá la fuerza del personaje, su carácter arquetípico, haya dejado en segundo plano ese aspecto.

sábado, 31 de julio de 2010

CARTA A UNA MILONGUERA: La amiga desconocida

Querida amiga:
Me atrevo a llamarte así porque la amistad es una relación que puede presentarse bajo ropajes muy diversos. La nuestra desde luego es bien poco convencional. No sé casi nada de ti: sólo tu nombre y que vives en la misma ciudad que yo; pero no sé en qué trabajas, si es que trabajas, ni cuál es tu estado civil; tampoco sé si tienes hijos u otros compromisos familiares; no tengo la menor idea de si la vida te sonríe o te plantea duros desafíos; lo ignoro todo sobre tus gustos y sobre tus aficiones, salvo ésa que compartimos: el tango.
Nuestra amistad se ha fraguado en las milongas en que hemos coincidido, respetando siempre su código tácito: se baila en silencio, la atención concentrada en la música, y sólo una tanda con la misma persona, todo lo más dos, aunque recuerdo alguna ocasión excepcional en que había muy poca gente y hemos bailado tres; cuando se acaba la tanda cada cual se vuelve a su sitio.
¿Cómo voy a saber algo de tu vida si no hablamos? ¿Qué clase de amistad se puede fraguar en esas condiciones?
A menudo, al sonar los primeros compases de un tango que me gusta, te busco con la vista en la penumbra de la sala y encuentro tus ojos, que me miran, invitándome a que te invite a bailar; entonces basta un ligero movimiento para que ambos nos pongamos en pie y vayamos hacia la pista. Una vez frente a ti encuentro el saludo de tu sonrisa, franca y alegre, y tus brazos se abren, a la vez que inclinas el torso ligeramente hacia adelante y la cabeza ligeramente hacia tu izquierda, cerrando los ojos. ¿Esa manera de abandonarte al abrazo de mis brazos no es un signo de amistad?
Y empezamos a bailar. Una tanda dura entre diez y quince minutos, a lo largo de los cuales nos mantenemos abrazados, salvo las pausas que hay entre tango y tango. La música nos guía y nosotros, sin romper el abrazo, caminamos, giramos y dibujamos alguna figura; yo propongo el movimiento paso a paso y tú respondes; nos movemos de manera conjuntada, sin tropezones, bailando relajados. ¿Ese entendimiento, que a veces roza la perfección, no es un signo de amistad?
Termina la tanda, deshacemos el abrazo y sólo espero de tu amistad una cosa: que bailes conmigo otra tanda en otra milonga.

miércoles, 21 de julio de 2010

¿POR QUÉ ME APASIONA EL TANGO?

Mi pasión por el tango no es sólo ni preferentemente literaria, aunque las tres primeras entradas del blog pudieran dar pie a pensarlo. Lo que más me gusta del tango es bailarlo.
Bailar es expresar la música con el cuerpo y al bailar se ponen en juego algunos de los mejores resortes físicos y psíquicos del ser humano, lo cual produce una intensa sensación de bienestar.
Primero se activa el oído: captar el ritmo, escuchar la melodía y sus distintas “voces”, discernir y degustar el timbre de los instrumentos que intervienen, sentir la armonía del conjunto, todo ello constituye una experiencia estética difícil de contar a quien no la ha experimentado.
De inmediato se activa todo el cuerpo: el ritmo de la música marca el ritmo de la caminada, los violines invitan a girar en un movimiento continuo, las variaciones de los bandoneones sugieren acelerar el paso y girar rápidamente, con movimientos bien marcados. Cada bailarín tiene su sensibilidad y su estilo, pero todos buscan fundirse con la música en una experiencia estética no meramente contemplativa, como ocurre cuando sólo se escucha, sino activa y, por ello, creativa.
Pero aún hay más: el tango es un baile de pareja, que se baila en abrazo, por lo que la experiencia estética es compartida con una persona del otro sexo (1). Cuando ambos logran fundirse al unísono con la música se funden también uno con otro, por lo que la experiencia estética se hace doblemente creativa, enriqueciéndose con otras sensaciones.
La experiencia de bailar unos tangos que a uno le gustan, abrazado a una bailarina con la que uno se compenetra bien, es verdaderamente emocionante.
Con el nombre genérico de Cartas a Milongueras voy a ir contando algunas de estas experiencias, como si se lo estuviera contando a ellas, aunque nadie sabrá a quién me dirijo.

(1) Normalmente, aunque cada cual puede hacer lo que quiera.

martes, 29 de junio de 2010

UN BELLO TANGO PARA LA AMADA AUSENTE: Ninguna

Nueva sesión de la tertulia literaria sobre las letras de los tangos de la Asociación de Amigos del Tango El Garage el día 27 de junio. La letra elegida para esta ocasión fue la del tango Ninguna, que reproduzco a continuación.

NINGUNA

(1942)
Letra: Homero Manzi
Música: Raúl Fernández Siro

1) Esta puerta se abrió para tu paso.
Este piano tembló con tu canción.
Esta mesa, este espejo y estos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
2) Es tan triste vivir entre recuerdos...
Cansa tanto escuchar ese rumor
de la lluvia sutil que llora el tiempo
sobre aquello que quiso el corazón.

3) No habrá ninguna igual, no habrá ninguna,
ninguna con tu piel ni con tu voz:
4) tu piel, magnolia que mojó la luna;
5) tu voz, murmullo que entibió el amor.
6) No habrá ninguna igual, todas murieron
en el momento en que dijiste adiós.

7) Cuando quiero alejarme del pasado,
es inútil... me dice el corazón.
Ese piano, esa mesa y esos cuadros
guardan ecos del eco de tu voz.
8) En un álbum azul están los versos
que tu ausencia cubrió de soledad.
Es la triste ceniza del recuerdo,
nada más que ceniza, nada más...

Puede escucharse una versión de dicho tango en el siguiente enlace
http://www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=283


COMENTARIO

Homero Manzi, el autor de la letra, es probablemente uno de los mejores poetas del tango. En éste utiliza unas metáforas de compleja construcción y de gran belleza para expresar la tristeza de quien ha sido abandonado. Éste es mi comentario personal:

El punto 1 (los cuatro primeros versos) nos muestra a un hombre solo en su casa, cuyos elementos le recuerdan constantemente a una mujer, a la que se dirige utilizando la segunda persona, aunque el uso del tiempo pasado indica claramente que ella está ausente. Esos objetos cobraban sentido con su presencia, estaban hechos para ella (la puerta, el piano); pero ahora ya han perdido su sentido y simplemente conservan de ella un recuerdo lejano y amortiguado (“guardan ecos del eco de su voz”)
En el punto 2) se expresa la tristeza y el cansancio que produce “vivir entre recuerdos” mediante una compleja metáfora en la que se asocian la lluvia y el llanto: la lluvia es el llanto del tiempo, que cae continuamente sobre lo que se ha querido, produciendo un rumor que cansa y que a la vez impide que se olvide.

La segunda estrofa comienza con una triple negación de futuro (punto 3): no habrá ninguna como ella, repitiendo tres veces “ninguna”, el pronombre que da título al tango; sin ella no hay futuro posible. Y a renglón seguido destaca dos atributos de la amada cargados de simbolismo erótico: la piel y la voz. La piel simboliza el contacto físico, la voz la comunicación verbal; dos ingredientes básicos del amor.
Los dos versos siguientes son dos bellas metáforas de esos atributos de la amada.
El punto 4) dice: “tu piel, magnolia que mojó la luna”. La magnolia es una bella flor, de color blanco y tacto suave, como de seda; así es como recuerda el poeta la piel de la amada, suave y blanca (en aquella época no se valoraba la piel dorada por el sol, como ahora; una piel blanca parecía más fina y delicada). La referencia a la luna parece redundante, porque la luz de la luna es blanca, pero en realidad aporta algo nuevo: alude a la noche, que es la hora del amor, cuando la piel se descubre por completo para ofrecerse a la contemplación y a la caricia. Con sólo siete palabras Homero Manzi ha elaborado una imagen cargada de belleza y delicado erotismo.
El punto 5) dice “tu voz, murmullo que entibió el amor”. Los amantes no necesitan gritar para entenderse, se comunican en voz baja, en un murmullo; el poeta recurre a una sinestesia, atribuyendo al murmullo, que se percibe con el sentido del oído, una cualidad que se percibe con el sentido del tacto, el calor; pero queda perfectamente expresado que el murmullo o susurro con que se hablan los amantes produce sensación de calidez. Otras siete palabras para evocar delicadamente una escena de tierno erotismo.
En el punto 6) se vuelve a la negación del comienzo de la estrofa: “no habrá ninguna igual”, pero ahora se refuerza con la afirmación de que todas las demás mujeres murieron en el momento en que ella dijo adiós; el protagonista del tango se niega a la posibilidad de encontrar otro amor.

Después del clímax que se alcanza en la segunda estrofa el poema vuelve al principio; en el punto 7) aparecen de nuevo los elementos de la casa, que conservan un recuerdo amortiguado de la amada. Pero antes el autor confiesa que está atado al pasado, del que no puede alejarse; la voluntad le dice que se aleje, pero el corazón le dice que es imposible. Es la misma idea que ha expresado en el punto 2 con la metáfora de la lluvia y el llanto.
En el punto 8) aparece un elemento nuevo, un cuaderno o álbum, con versos (que podemos suponer escritos por él para ella), que ahora está cubierto de polvo porque ella, que se marchó, ya no lo hojea. El poeta realmente no dice “polvo”, pero el polvo queda sugerido porque a renglón seguido habla de “ceniza”, con lo que compone una compleja metáfora, en la que el polvo se identifica inicialmente con la soledad y luego con el recuerdo (“la ceniza del recuerdo”), es decir, con lo que queda una vez que el amor (el fuego) se ha apagado.

El mensaje central de este tango es que el abandono provoca una tristeza y un cansancio de los que no se puede salir; no provoca la muerte física, pero sí una especie de muerte en vida.
Lo que más me conmueve de este tango es las metáforas sobre la piel y la voz de la amada, que ocupan los dos versos centrales de la estrofa central. Probablemente el estar en el centro del poema no sea fruto de la casualidad, sino resultado de una clara intención.

sábado, 26 de junio de 2010

UN TANGO SOBRE EL AMOR PERDIDO: Amarras

La tertulia literaria sobre las letras de los tangos que organiza la Asociación de Amigos del Tango El Garage celebró su primera sesión el pasado 6 de junio. A lo largo de una hora, en un ambiente muy cordial y constructivo, se intercambiaron opiniones sobre la letra del tango Amarras, que reproduzco a continuación.

AMARRAS

(1944)
Letra: Carmelo Santiago
Música: Carlos Marchisio

1) Vago como sombra atormentada
bajo el gris de la recova, (*)
me contemplo y no soy nada...
2) Soy como mi lancha carbonera
que ha quedado recalada,
bien atada a la ribera.
3) Yo también atado a mi pasado
soy un barco que está anclado
y siento en mi carne sus amarras
como garfios, como garras.
4) Lloro aquellos días
que jamás han de volver;
sueño aquellos besos
que jamás he de tener,
soy como mi lancha carbonera
que ha quedado en la ribera,
no parte más.

5) Aquellos besos que perdí,
al presentir que no me amabas,
fueron tormenta de dolor
llena de horror.
¡Hoy no soy nada!
6) Yo sólo sé que pené,
que caí y que rodé
al abismo del fracaso...
Yo sólo sé que tu adiós,
en la burla del dolor,
me acompaña paso a paso.
7) Ahora que sé que no vendrás,
vago sin fin por la recova,
busco valor para partir,
para alejarme... y así,
olvidando mi obsesión,
lejos de ti poder morir.

8) Pero vivo atado a mi pasado,
tu recuerdo me encadena,
soy un barco que está anclado.
Sé que únicamente con la muerte
cesarán mis amarguras;
cambiará mi mala suerte.
Vago con la atroz melancolía
de una noche gris y fría;
y siento en mi carne sus amarras
como garfios, como garras.
Nada me consuela en esta cruel desolación.
Solo voy marchando con mi pobre corazón.
Soy como mi lancha carbonera,
que ha quedado en la ribera,
no parte más.

(*) La recova es una especie de galería cubierta: la Recova vieja de Buenos Aires estaba en lo que hoy es la plaza de Mayo, próxima al puerto viejo de la ciudad.

Puede escucharse una versión de dicho tango en el siguiente enlace
http://www.todotango.com/spanish/las_obras/letra.aspx?idletra=1021


COMENTARIO

Este tango trata de una de las facetas trágicas del amor: la sensación de anonadamiento que se apodera de quien ha sido abandonado por la persona amada. El autor de la letra recurre a símiles marineros, lo cual es muy habitual en el tango, nacido en una ciudad portuaria, Buenos Aires, cuyos habitantes se llaman a sí mismos porteños. Éste es mi comentario personal sobre dicha letra:

En el punto 1) (los tres primeros versos) el poeta nos confiesa su sensación de anonadamiento (“no soy nada”), que refuerza usando los términos “sombra”, “gris” y “vagar” (andar sin rumbo ni intención). Y nos dice que esa sensación es dolorosa (“sombra atormentada”)
En el punto 2) aparece el símil marinero: se compara con su lancha, que ha quedado recalada, atada, lo que es tanto como decir que no sirve para nada, porque las lanchas están para navegar.
En el punto 3) se nos desvela un poco la razón del anonadamiento, insistiendo en la comparación con la vida marinera: hay algo en su pasado que lo tiene atado, con la fuerza de las amarras de los barcos, y que le hace sufrir, con el dolor que los garfios o las garras producen al clavarse en la carne.
El punto 4) la desvela del todo: la pérdida del amor (“aquellos besos que jamás he de tener”), que le hace llorar y lo tiene paralizado, atado y en definitiva anonadado, como su lancha, a la que vuelve a referirse para cerrar la primera estrofa.

Hasta aquí el poema mantiene cierto suspense: el personaje del mismo primero nos dice cómo se siente y paso a paso nos va desvelando por qué se siente así. En la segunda estrofa ya no hay nada que desvelar, sólo dar rienda suelta al sentimiento. Ahora se utiliza la segunda persona, a modo de diálogo imposible con la amada que se ha ido:

En el punto 5) se reitera la sensación de anonadamiento (“hoy no soy nada”), pero esta vez viene precedida del dolor que provoca la pérdida del amor, dolor que se compara con una tormenta horrorosa (otro símil marinero).
En el punto 6) aparecen de nuevo, pero de forma más dramática, el dolor, expresado como pena y humillación (“la burla del dolor”), y el anonadamiento, expresado como caída, hundimiento y fracaso. Por si alguien tenía duda y no dejar ningún cabo suelto el poeta nos dice que la causa de todo es el adiós, el abandono, de la amada.
El punto 7) nos muestra al personaje convencido de que la pérdida es definitiva y, por ello desorientado (“vago sin fin”), obsesionado y anonadado, sin valor para tomar la única decisión posible: partir, alejarse, como hacen los barcos cuando zarpan mar adentro. Pero se comprende que no tenga valor, porque alejarse de ese pasado feliz (olvidarlo, poder pensar en otra cosa) se le asemeja a la muerte.

La tercera estrofa, que he englobado en un único punto, el 8), no suele incluirse en las versiones grabadas del tango (así ocurre, por ejemplo, en la de la orquesta de Juan d’Arienzo, cantada por Héctor Mauré). En todo caso estos versos se limitan a reiterar las mismas imágenes y expresar los mismos sentimientos que los anteriores.

La pérdida del amor produce un anonadamiento doloroso, cuya única liberación es la muerte. Así podría resumirse el mensaje del poema.

lunes, 14 de junio de 2010

TERTULIA LITERARIA SOBRE LAS LETRAS DE LOS TANGOS EN LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL TANGO EL GARAGE (Zaragoza)

El domingo 6 de junio de 2010 la Asociación de Amigos del Tango El Garage inició una actividad cultural nueva: una tertulia literaria dedicada a comentar las letras de los tangos. Asistieron unas 25 personas. Como proponente de la actividad, éste es el texto que envié a la Junta de la Asociación para explicar su interés:

Lo más importante a la hora de bailar el tango es, obviamente, la música. El ritmo de la orquesta y el juego de los instrumentos musicales (incluido el cantante, cuando lo hay) inspiran y conducen a los bailarines por la pista.
Pero muchos tangos tienen letra. En algunos casos se trata de auténticos poemas de gran calidad, cuyo contenido, con mucha frecuencia, pasa desapercibido para los bailarines. Si pudiéramos escuchar las letras, con toda la complejidad de sentimientos que a menudo expresan, a la vez que la música, posiblemente nuestro estilo de danza sería más sensible y más rico.


En este blog irán apareciendo mis comentarios personales a las letras de algunos tangos que me gustan.