UN TANGO TRÁGICO: Destino de flor
En una milonga reciente, al pasar junto a su mesa,
la musicalizadora me llamó y me dijo que me dedicaba la siguiente tanda.
Sorprendido, le agradecí el detalle y, expectante, esperé a que acabara la
cortina. Reconocí enseguida la vibrante entrada de los violines de la orquesta
de Carlos Di Sarli en el tango “Destino de flor”; busqué con la mirada una
bailarina, que aceptó mi invitación, y disfruté de la tanda.
La letra del tango siempre me había parecido
misteriosa, pero, fascinado por la música, no le había prestado nunca demasiada
atención. Acabó la milonga y en las horas siguientes el tango no se me iba de
la cabeza, por lo que decidí escucharlo de nuevo atentamente, fijándome
especialmente en la letra. Y esto es lo que me sugiere.
DESTINO DE FLOR
Música: Roberto
Rufino
Letra: Alejandro
Romay
En la tarde gris del sinsabor
te vi partir, sufrida y buena,
y en aquel instante comprendí
todo el horror de tu condena, vida;
yo no sé en qué abismo me perdí
para vivir así.
Pena de sentir lo que vale tu amor;
tarde, cuando el vicio de mí te alejó;
llanto, que es un canto por ti,
con destino de flor: perfumar y morir.
Novia mía, se retira vencido el alcohol.
Oye la plegaria de mi corazón.
Mira: hoy la tarde es feliz
y el cielo se desangra por ti.
Pueden escuchar el tango aquí
El tema parece bastante sencillo: un alcohólico
rehabilitado recuerda el daño que, por su adicción, le hizo a su novia y se lamenta
de haberla perdido para siempre. Pero la manera en que se desarrolla el tema le
da al tango un aire trágico. El poeta, con una estructura narrativa no lineal y
con algunas metáforas brillantes, crea una atmósfera onírica y misteriosa, que
la lenta melodía de la música acompaña y el arreglo orquestal de Di Sarli acentúa
hasta provocar una profunda emoción.
En la primera estrofa el protagonista nos cuenta la
partida de ella -en la tercera estrofa nos dice que es su novia- no con
palabras de reproche, sino de contrición: ella era buena, pero sufrió mucho,
hasta el punto de que su vida con él fue una horrible condena.
El motivo del abandono se va desvelando poco a poco, fiel reflejo de lo duro que es confesar aquello que nos avergüenza: en la primera estrofa nos habla del abismo en que se perdió, en la segunda del vicio que la alejó de él y en la tercera, por fin, le pone el nombre preciso y certero, el alcohol; pero solo lo menciona para decir que ya lo ha vencido, que ya está rehabilitado. Se van intercalando versos, precedidos de palabras de dos sílabas -pena, tarde, llanto- que reflejan sus sentimientos de dolor, ausencia y culpa.
El poema empieza y termina con la metáfora de la tarde: al principio es gris, mientras que al final es una hermosa puesta de sol de cielo enrojecido. El poeta proyecta sus sentimientos en la tarde: la primera se asocia al sinsabor, a la pesadumbre; la segunda a la felicidad, que en realidad es el alivio de haber vencido la adicción, no la plenitud vital, porque su corazón sufre -se desangra, como el cielo rojo- por haber perdido un amor tan valioso.
El carácter trágico que le atribuyo al poema me fue
sugerido por el propio título: el destino es el telón de fondo de la tragedia
clásica. El protagonista del tango es un personaje trágico, juguete del
destino: ha luchado y vencido, pero no ha podido recuperar a su novia; solo le
queda el llanto.
El llanto se sublima en forma de canto, de plegaria
del corazón, pero ese canto tiene el mismo destino que las flores cortadas que
adornan los salones, los ramos de novia y las coronas de los muertos: perfumar
y morir.
La orquesta de Di Sarli marca bien el ritmo, con el
contrabajo y el piano invitando a bailar a tierra. Mientras, los
violines -reforzados por los bandoneones, siempre en segundo plano, pero presentes-
parece que vuelan, persiguiéndose unos a otros al dibujar sus melodías. El
resultado es una atmósfera onírica, que parece la sublimación del aturdimiento producido
por el alcohol y que refuerza el misterio de la letra y el carácter trágico del
tango.
Admirada musicalizadora, querida amiga: te dedico este
comentario.